Carta a un amor mediocre

Olympia Arango
3 min readSep 19, 2023

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Querido Sergio,

Hace cuatro meses que decidí arrancarte de mi vida y aún sigo sin poder cruzar las calles que denominamos nuestras durante tres años. Titubeo cada vez que intento pronunciar tu nombre y serpenteo por Barcelona evitando comercios, plazas y esquinas. ¿Crees que la dependienta que nos vendió aquella botella de vino que compramos para celebrar tu primer empleo se acordará de nosotros? ¿Pensaría que duraríamos para toda la vida? ¿Nos echará de menos? ¿Y a nuestras visitas del domingo por la mañana en busca de bollería y zumo de naranja? Yo eso ya no lo echo de menos, el acto en sí era irrelevante, carece de sentido que baje yo sola en zapatillas en busca del zumo con peor pinta del supermercado, solo valía la pena si era contigo, solo tenía sentido si lo hacíamos juntos. Lo recuerdo con ternura, aunque siempre me haya parecido algo ridículo. Es muy fácil confundir el amor con el cariño, especialmente si los gestos de alguien en quien confías se vuelven rutina.

Nuestra ruptura fue como una muerte anunciada, una verdad a gritos. Corazón, ya sé que te duele oír estas palabras, pero hasta nuestros amigos se alegraron. Ninguno de los dos se atrevía a dar el paso y como siempre, porque en el fondo siempre me tocaba a mí tomar las decisiones, tuve que hacerlo yo. Me armé de valor y lo volé todo por los aires. No sé si seguirás enfadado conmigo después de tanto tiempo, pero sabes de sobra que quemar los puentes fue lo mejor que pude hacer. Teníamos una rutina sencilla y maravillosa, pero ninguno estaba enamorado, simplemente estábamos cómodos. Nos encontramos en un momento en el que los dos supimos darnos lo que necesitábamos, pero en ningún caso aquello era amor. La escucha, el respeto y el cariño sí que son ingredientes necesarios para cultivar una relación, pero eso no lo puede ser todo. Tratábamos nuestra relación como un trabajo: lunes cena, miércoles cita y viernes salida cultural, pero ni en nuestros inicios osamos cuestionar por qué querríamos hacer todo eso. Nada era natural, encajamos en el molde social de la pareja porque ansiábamos tener una, pero, ¿Tú crees que nos deseábamos? ¿Sentiste alguna vez que nos quisiéramos? Yo creo que nos cuidábamos, pero cariño, el amor no puede ser solo sinónimo de medicamento o paliativo. No puedes estar con alguien porque le haces bien, debes estar con alguien porque sientes, deseas y quieres estar con esa persona. No podemos tratar a nuestros amores como un ser inferior al que solamente podemos cuidar, si no partimos de la igualdad en términos relacionales, por muy complejas que sean las estructuras sociales, nunca conseguiremos enamorarnos de verdad, lo único que estaremos haciendo es relacionándonos de manera paternalista con el prójimo bajo una capa de cariño barato. El amor aparece precisamente cuando nos deshacemos de esa postura de superioridad, cuando nos entregamos en cuerpo y alma a la duda y perdemos mínimamente el control de todo lo que pasa a nuestro alrededor, porque va de eso enamorarse, de mostrar la vulnerabilidad como gesto de confianza hacia el otro.

Y sí, sí, ya lo sé Sergio, que las cosas se cultivan y que con el tiempo la pasión y el deseo cambian, pero cielo, sabes de sobra que no me estoy refiriendo a eso. Éramos la pareja perfecta porque éramos una historia de amor mediocre.

Lo sé, ya lo sé, que nunca te gustó mi manera tosca y cruel de describirnos, pero incluso tú lo admitiste varias veces “Raquel, ojalá haberte podido amar de manera excepcional”. No es que quiera quitarle romanticismo a nuestra relación, es que simplemente pretendimos alcanzar una gloria que no estaba a nuestro nivel. Siento haberte arrastrado conmigo a una historia sin final, porque ni eso fuimos capaces de otorgarnos.

Sergio, ojalá haber sido el amor de tu vida, y no simplemente una amante más. Espero que puedas encontrar más pronto que tarde a alguien de la que hables con brillo en los ojos siempre, a una mujer con la que logres experimentar pasión, tranquilidad y ternura, pero sobre todo a alguien que te permita materializar el significado de la palabra amor. Aquí siempre tendrás un hombro en el que apoyarte para recordar lo que no fue y no debería haber sido.

Te quiero, aunque sea de manera mediocre,

Raquel

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Olympia Arango

Economista, interesada en muchas cosas, pero aquí solo vengo a hablar de amor