Solo hablo de ti, no te pienso

Olympia Arango
3 min readSep 26, 2021

Hoy es un Domingo de película, en París llueve y ya ha comenzado a hacer frío. Me he pasado el día en casa limpiando, recogiendo y manteniendo la cabeza ocupada. Cuando reproduzco acciones rutinarias suelo distraerme, por un momento mi cabeza para de analizarlo todo y no pienso en aquello que hice mal con esa amiga o en aquel mensaje que no debería haber enviado. Tampoco pienso en las lecturas que tengo que hacer ni en los hombres que tratan mal a las mujeres.

Después de comer, mientras decidía qué serie ver en Netflix y me preparaba un café me he dado cuenta de que hace más de un mes que no pienso en ti de manera inconsciente, sí inconsciente, no es una errata, ya no pienso en ti sin quererlo. Estoy en una ciudad nueva conociendo a mucha gente y en algún punto de estas primeras tres semanas ha salido el tema en alguna conversa sobre “el pasado”. He tenido que introducir tu personaje a mis nuevas amigas sin que tú estuvieras aquí. Sé que no te he perdido permiso para contar lo nuestro, pero supongo que después de tanto tiempo ya ha prescrito la autorización necesaria. No creo que te importe demasiado lo que ellas piensen de ti y mucho menos lo que yo pueda decir, ya que si te importara lo más mínimo hubieras pensado más antes de tomar ciertas decisiones. Es algo extraño contarles a estas personas que me acompañan quién eres, quiénes éramos y qué pasó, teniendo en cuenta que no van a conocerte nunca. Me gusta el hecho de que se haya creado una burbuja lejos de casa en la que yo no estoy contaminada por ti. Cuando camino por las calles de esta nueva ciudad ya no hay cafeterías que me hagan pensarte o librerías que me recuerden a ti, que sé que podríamos haber visitado, o bares en los que algún extraño me hubiese pedido el teléfono y tú hubieses reído con la manera en que le hubiese contestado a ese maleducado imaginario. No te siento, no me acuerdo, no apareces en mi mente, es cómo si no hubieras existido. Solo pienso en ti cuando hablo de ti, es casi cómo lo que dijo Descartes, “Decart” en esta ciudad”.

Curiosamente he tenido que venirme tan tan lejos para ser consciente de que no pienso constantemente en ti. No apareces en mi cabeza un día de repente cuando suena esa canción que tarareabas, tampoco me recuerdan a ti las plazas de esta ciudad, ni los tulipanes, ni los parques, ni el café con leche hirviendo, de hecho, no me recuerda a ti nada. Solo pienso en ti cuando hago un esfuerzo por recordarte, por recordar qué era lo que te gustaba y qué era lo que hacíamos.

Cuando llegué aquí y empecé a no sentir me asusté, en primera instancia pensé que te echaba de menos, que era duro recordarte y que ojalá vinieras a visitarme, pero no era eso lo que yo quería. He mezclado la nostalgia de un tiempo pasado, lo categorizaría como bueno, pero sabemos de sobra que fue malo, con su idealización.

Toda esta palabrería para decir que he dejado de sentir cosas por ti, te pienso solo de manera consciente, no estoy notando un peso que me aferra al pasado. Solo pienso en ti cuando hablo de ti, cuando es estrictamente necesario hacerlo. Parece que has desaparecido de mi vida. He vuelto a escribir, mucho, muchísimo, pero esta vez no lo vas a poder leer, o al menos, yo no te lo voy a enviar ya. No confundas mis palabras, no me siento vacía por no pensar en ti, me siento aliviada.

--

--

Olympia Arango

Economista, interesada en muchas cosas, pero aquí solo vengo a hablar de amor